Cada semana, Patty Castillo se sienta en su sillón a hablar de espiritualidad, de Dios y de la Palabra. No es para nada extraño que en medio de su búsqueda continúa por entender las señales de Dios se encuentre a su paso con manifestaciones que la hacen creer cada día más que el Padre está cerca de ella.
Ayer se tomó un tiempo y se sentó en el sillón de los domingos, sí, no era domingo, pero le había pasado algo que debía compartir con sus seguidores. Patty tuvo un encuentro con un ángel. ¿Cómo? Bueno, ya les hacemos el resumen.
Patty contó que salió de ejercitarse pero recordó que necesitaba algunas cosas así que fue a un pequeño supermercado. En la parte de afuera un indigente se le acercó y le pidió que le comprara algo de comer: “me dice joven, disculpe, yo no le quiero pedir plata, yo quiero saber si usted me puede comprar un plato de comida, entonces yo le dije claro que sí vamos”, relató.
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Al entrar se percató de que le tocó el número 7, pero iban por el 90, así que tendría que esperar que atendieran a 16 personas primero: “al principio pensé ufff ahora me tendré que quedar un poco de tiempo aquí para comprarle la comida al señor y luego me dije sabes qué habla con él”.
Ya envuelta en un mar de llanto al recordar el encuentro, Patty reveló que el señor se llamaba Ángel y que era un peruano que había perdido todo por un padecimiento en uno de sus brazos. Como cualquier indigente obviamente estaba sucio y descuidado. Los atendieron y buscaron donde sentarse juntos a comer.
“No estoy diciendo que yo soy Juan ni Pedro, pero Dios te habla de maneras interesenantísimas, súper claras”, dijo llorando.
Ya se tenía que ir y sentía unas ganas inmensas de abrazarlo: “chocamos puñitos y yo lo quería abrazar, encima la gente mirándolo feo alrededor comiendo”. Esto le partió el corazón porque en el pasado ella también era como esas personas.
”Eso es un espejo porque yo también he mirado gente así, me explico, es como un llamado de atención, como marica todo mundo merece estar bien, todo mundo merece que le vaya bien, todo mundo merece estar contento, estar saludable, poder comer, poder vivir tranquilo…”.
Recordó que Ángel tenía las manos sucias porque vive en la calle y ella le dio la mano derecha y le dijo que había sido un gusto conocerlo y no le dio asco, como en otro momento sí le habría dado.
Ángel le agradeció no solo por la comida, sino por el hecho de haberse sentado con él, haberlo escuchado y haberse interesado en su vida. Patty sintió durante todo el encuentro susurros que le decían que se quedara ahí y ella se entregó a la experiencia que le ha dejado tanto.
“Hago este video para que veas a la gente a los ojos, a esa gente que no ves, a la señora que trabaja en tu casa y que te dedica todo su día, o cuida a tus hijos o limpia tu oficina, al seguridad de tu edificio, al señor que maneja el bus…”, en fin, pide que seamos más empáticos y veamos con el corazón.